Las bebidas energéticas son refrescos compuestos por una
serie de sustancias entre las que destacan la cafeína, hidratos de carbono,
vitaminas del grupo B, aminoácidos como la taurina y muchas veces extractos de
plantas como el guaraná o el ginseng.
A pesar de lo que nos da a entender su nombre, este tipo de
bebidas no nos aportan un extra de calorías, sino una gran cantidad de cafeína,
por ello, debemos diferenciarlas de las bebidas con sales minerales indicadas
para la recuperación tras el deporte, puesto que, de media, una bebida
energética aporta una dosis de cafeína similar a dos expresos o seis tazas de
té según el Comité de Toxicología del
Reino Unido.
Desde hace un par de décadas, el consumo de bebidas
energéticas ha ido en aumento, pero su uso también conlleva una serie de
peligros para nuestra salud, como por ejemplo, alteraciones cardíacas que se
ven agravadas si además mezclamos este tipo de refrescos con alcohol. A pesar
de ello su consumo está altamente extendido tanto en la población adulta como
en la juvenil, llegando incluso a ser grandes consumidores de bebidas
energéticas los menores de 10 años.
Bebidas energéticas y alcohol:
Las recomendaciones de consumo de cafeína en adultos sanos se
encuentra entre 100-300mg al día (cantidad superada en la mayoría de estas
bebidas). En cambio, según estudios científicos, las dosis elevadas de cafeína
en adultos de forma puntual, no acarrean problemas serios en la salud, siempre
y cuando no se encuentre acompañada de sustancias como el alcohol. Siendo esta
mezcla uno de los mayores peligros para la salud, causando problemas cardiovasculares
y nerviosos como las taquicardias, palpitaciones, aumento de la tensión,
nerviosismo o insomnio.
Bebidas energéticas y rendimiento deportivo:
Gran parte de los consumidores de estas bebidas son
deportistas, la mayoría suelen consumirlas antes de competir, durante los
entrenamientos o al terminarlos. En cambio, esto no quiere decir que no tenga
efectos secundarios, tal y como lo han demostrado en la Universidad Camilo José
Cela de Madrid. Donde durante cuatro años se estudiaron los efectos ergogénicos
de estas bebidas en deportistas de diversas disciplinas. Aunque los resultados
obtenidos corroboran que estas bebidas aumentan el rendimiento deportivo entre
un 3% y un 7%, también ocasionan con más frecuencia nerviosismo, insomnio y un
mayor nivel de activación tras la práctica deportiva, efectos que, como
habíamos comentado anteriormente se relacionan con un elevado consumo de cafeína.
Pero… ¿Realmente las bebidas energéticas son consumidas de forma alarmante?
La respuesta a esta pregunta es, sin lugar a dudas, SÍ.
Según un informe de la EFSA (European Food Safety Authority) en el cual se
recopilaban datos sobre el consumo de este tipo de bebidas en los diferentes
grupos de población, podemos comprobar que los datos son realmente
preocupantes:
-Niños (3-10 años): El 18% eran consumidores habituales de
estas bebidas, de los cuales el 16% consumía cerca de 1L a la semana.
-Adolescentes (10-18 años): El 68% eran consumidores
habituales, un 12% consumía 7L al mes y otro 12% bebía al menos 1L en cada
sesión.
-Adultos (18-65 años): El 30% tomaba bebidas energéticas. De
los cuales, el 12% consumían de 4-5 unidades a la semana, y el 11% bebía en una
sola sesión al menos un litro.
-Consumo junto con alcohol: 56% de la población adulta y el
53% de los adolescentes.
-Deportistas: Se comprobó que durante la práctica
deportiva el 52% de los adultos y el 41% de los adolescentes consumen bebidas
energizantes
En definitiva, tras los datos anteriores, podemos llegar a
la conclusión de que lo más recomendable es evitar este tipo de bebidas en
nuestra dieta, siendo siempre desaconsejable mezclarlas con alcohol debido a
sus efectos secundarios. Además, determinados grupos de población como las embarazadas,
los niños o las personas con problemas neurológicos y cardiovasculares,
deberían siempre abstenerse de su consumo debido al riesgo que implican para su
salud.