martes, 28 de junio de 2016

La importancia de una buena hidratación


Llevar una correcta hidratación es un requisito fundamental para la vida y la salud. El agua es el principal componente de nuestro organismo, imprescindible para múltiples reacciones químicas y funciones de nuestro cuerpo, como por ejemplo, la regulación de la tensión arterial, la digestión, la temperatura corporal y el balance hídrico.

Necesitamos agua para lograr sobrevivir, puesto que los seres humanos solo podemos subsistir sin líquidos unos cuantos días, dependiendo, entre otros factores, de nuestra actividad física y el clima; en cambio, conseguiríamos vivir durante varias semanas sin alimentarnos. Por lo que a pesar de que muchas veces consideramos el agua algo banal, es importantísima para llevar un estilo de vida saludable.






Entre los beneficios de llevar una buena hidratación encontramos:

  1. Correcto funcionamiento de nuestro cerebro, ya que una deshidratación leve afecta a la capacidad de concentración y procesamiento cerebral.
  2. Mayor facilidad para eliminar las sustancias residuales o tóxicas de nuestro organismo.
  3. Ayuda a que los procesos digestivos sean más eficientes, evitando que las digestiones sean muy lentas y desarrollemos estreñimiento.
  4. Mantenimiento de la tensión dentro de los parámetros saludables, y ayudando con ello al bombeo de sangre por parte del corazón.
  5. Correcto funcionamiento de los riñones, facilitando así el filtrado glomerular y la eliminación residuos a través de la orina.
  6. Ayuda a la protección de las articulaciones y el buen funcionamiento de los músculos, por lo que consumir suficiente agua en nuestra dieta es esencial para lograr tener un buen rendimiento físico.



Hidratación durante la actividad física:




Cuando realizamos ejercicio físico, perdemos líquido corporal a través del sudor, pudiendo llegar en muchos casos a estados de deshidratación que reducen significativamente el rendimiento físico, esto puede prevenirse si llevamos una correcta hidratación antes, durante y después de la actividad deportiva.







Cuando realizamos ejercicio debemos tener en cuenta la duración del mismo a la hora de beber agua, siendo recomendable:


-Antes:

1-2 horas antes del inicio beber 500 mL de agua.


-Durante:

Cada 15-20 minutos ingerir entre 180-240 mL de agua (dependiendo de la duración de la práctica puede sustituirse e agua por una bebida isotónica o con hidratos de carbono).


-Después:

Durante las siguientes 24h debemos tomar e líquido apropiado para recuperar las perdidas. Teniendo en cuenta que cuando la práctica deportiva supera la hora de duración, las bebidas con hidratos de carbono y proteínas nos ayudarán a acelerar más la síntesis de glucógeno y la reparación del musculo en comparación con el agua.


En la actualidad se ha comprobado que cuando la deshidratación supera un 1-3% de nuestro peso corporal, el rendimiento físico disminuye rápidamente. Favoreciendo un aumento de la temperatura debido a la disminución de la sudoración. Por lo que, si llevar una correcta hidratación ya es muy importante, aún lo es más cuando realizamos deporte.



Necesidades hídricas:


Nuestro organismo pierde agua principalmente a través de la orina, el sudor y la respiración; estas perdidas varían en función de la temperatura, la dieta, la actividad física, la ingesta de líquidos… De este modo estamos correctamente hidratados cuando la perdida de líquidos se ve compensada con su ingesta a través de los alimentos y las bebidas. Las necesidades individuales de agua son muy variables, por lo que la EFSA ha establecido unos valores de referencia en base a la edad y sexo de las personas:

 


Rango de edad
Ingesta diaria total recomendada de agua
Bebés
0-6 meses
680 ml/día o 100-190 ml/kg/día. A partir de la leche materna
6-12 meses
0.8-1.0 l/día. A partir de la leche materna y alimentos y bebidas complementarias
1-2 años
1.1-1.2 l/día
Niños
2-3 años
1.3 l/día
4-8 años
1.6 l/día
Adolescentes
9-13 años – Niños
2.1 l/día
9-13 años – Niñas
1.9 l/día
14-18 años- Niños
2.5 l/día
14-18 años – Niñas
2.0 l/día
Adultos
19-70 años – Hombres
2.5 l/día
19-70 años – Mujeres
2.0 l/día
Casos especiales
Mujeres embarazadas
2.3 l/día
Mujeres lactantes
2.7 l/día
EFSA Panel on Dietetic Products, Nutrition, and Allergies (NDA); Scientific Opinion on Dietary reference values for water. EFSA Journal 2010; 8(3):1459. [48 pp.]. doi:10.2903/j.efsa.2010.1459: www.efsa.europa.eu

 









Cuando no logramos cubrir todas las perdidas hídricas, nuestro cuerpo entra en estado de deshidratación, en el que la perdida de líquidos suele ir acompañada de desajustes en las concentraciones de electrolitos y sales minerales.

Las consecuencias de  la deshidratación para nuestro organismo son nefastas, causando una reducción progresiva del rendimiento físico y control de la temperatura corporal, problemas de concentración y dolores de cabeza, irritabilidad, confusión y falta de coordinación, llegando en los casos más graves la muerte.

A pesar de todo, la mayor parte del tiempo no le damos la importancia que deberíamos, ya que, debido a nuestro ajetreado ritmo de vida, ingerimos menos líquidos de los que necesitamos e ignoramos la sensación de sed creada por nuestro cuerpo, dificultando en definitiva el llevar un estilo de vida saludable. Para evitarlo, lo recomendable es que dispongamos de líquidos en cualquier momento, que no esperemos a estar sedientos para beber, y en los casos en los que las pérdidas hídricas se vean aumentadas, como por ejemplo: exceso de sudoración diarreas o vómitos, aumentemos el consumo de líquidos por encima de las recomendaciones para lograr compensarlo.








lunes, 6 de junio de 2016

¿POR QUÉ ACUDIR A LA CONSULTA DE UN NUTRICIONISTA?




Un nutricionista es aquel profesional de la salud experto en nutrición, alimentación y dietética, por lo que se encarga del tratamiento nutricional de enfermedades, prevención de patologías relacionadas con la alimentación, gestión de calidad y seguridad alimentaria, planificación de menús saludables y adaptados a las necesidades del paciente en las diferentes etapas de la vida.



Cuando la mayoría de las personas escuchan la palabra “nutricionista”, directamente piensan en dieta y pérdida de peso, pero estos no son los únicos motivos por los que acudir a una consulta nutricional. Un buen nutricionista siempre te ayudará a mejorar tus hábitos alimenticios y tendrá en cuenta tus requerimientos individuales, especialmente en situaciones como el embarazo, la lactancia, el deporte, la vejez, la niñez, la adolescencia, o en casos de enfermedades con requerimientos especiales, diseñándote siempre un plan personalizado para lograr mejorar o mantener un buen estado de salud, dependiendo del individuo.
Por ello, aquí van algunas razones por las que deberías ponerte en manos de un nutricionista:

  • Cambio de hábitos alimenticios para mejorar nuestra salud en casos como: enfermedades cardiovasculares, problemas renales, intolerancias o alergias alimentarias, diabetes, cáncer…



  • Problemas de tracto digestivo como por ejemplo la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, en donde el nutricionista ayudará a evitar la malnutrición y conseguir una mejor calidad de vida.



  • Ayuda en la perdida, ganancia o mantenimiento de peso, cubriendo siempre nuestras necesidades para evitar dañar nuestra salud o presentar carencias de nutrientes.




  • Situaciones como el embarazo o la lactancia, donde los requerimientos de macronutrientes, calorías, vitaminas y minerales se ven aumentados, el nutricionista nos ayuda a cubrir todas estas necesidades con una dieta saludable y adaptada a cada individuo.



  • Asesoramiento nutricional en todas las etapas de la vida, ayudando desde la niñez hasta la vejez a llevar una dieta adecuada y personalizada tanto en los momentos de salud como en los de enfermedad. Teniendo en cuenta la hidratación necesaria en cada etapa, el consumo de medicamentos, las necesidades especiales, cambios del sentido del gusto…




  • Mejora del rendimiento en deportistas, ayudando a cada deportista a conseguir sus objetivos según el tipo de deporte que practique.



  • Ayuda alimentarse de forma correcta, enseñando siempre a: interpretar el etiquetado nutricional, escoger los alimentos más saludables, intercambiar unos alimentos por otros que aporten nutrientes similares…










Por todo esto, debemos evitar las famosas dietas milagro, la información sin valor científico de internet o por ejemplo: la dieta que siguió una amiga, a la que le funcionó maravillosamente esperando que tenga los mismos resultados en ti, cada persona es un mundo y sea cual sea nuestro objetivo, ponernos en manos del profesional adecuado siempre nos ayudará a conseguir nuestras metas sin tener problemas a largo plazo y dañar nuestra salud